El jamón ibérico es una fuente de proteínas de alto valor biológico y aporta gran cantidad de nutrientes y vitaminas esenciales para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Destaca su alto contenido en hierro, un componente perfecto para la prevención de la osteoporosis.

¿Qué tiene de especial el jamón ibérico?

El jamón de cerdo ibérico se reconoce, por tanto, por su pezuña negra, estilizada y con una caña alargada. Además, la raza autóctona del cerdo ibérico tiene la particularidad de poseer una gran capacidad para acumular grasa e infiltrarla en su tejido muscular, por ello es un jamón lleno de vetas de grasa.

El serrano apenas veteado– término técnico que designa las finas vetas de grasa de la carne – tiene menos grasas, pero el jamón más saludable es el ibérico. El jamón serrano procede de un cerdo blanco que se puede encontrar en otros países, mientras que el jamón ibérico procede de cerdos de raza ibérica, autóctona de nuestro país, con unas características únicas que hacen que los productos sean de mayor calidad.

Composición del jamó ibérico

El jamón ibérico es un alimento que posee alto valor en minerales: hierro, zinc, fósforo, calcio, magnesio. Esto lo convierten en un producto antioxidante e ideal para personas que sufren deficiencias de hierro, previniendo así enfermedades como la anemia. Este tipo de jamones proceden de cerdos de raza ibérica de padre y madre también 100% ibéricos, que se han alimentado exclusivamente de bellota y pasto durante la montanera.

¿Cómo saber si un jamón es ibérico?

La etiqueta del jamón ibérico y su brida:

  1. Negro: Jamón de Bellota 100% Ibérico. Esto quiere decir que ese cerdo se ha alimentado exclusivamente de bellotas y hierba, y que es un ejemplar “hijo de padres 100% ibéricos”.
  2. Rojo: Jamón de Bellota Ibérico. Verde: Jamón de Cebo de Campo Ibérico.
  3. Blanco: Jamón de Cebo Ibérico.